lunes, 7 de abril de 2014

SUBIDA A LA CUEVA DE LA MORA


   Para subir a la Sierra del Castillo, buscaremos una época no comprendida entre Febrero y Junio. Por respeto a las aves que durante ese periodo anidan en los riscos. Buitres, águilas y alguna Cigüeña negra. De Febrero a Junio nosotros mismos nos prohibiremos andar estos caminos.


   Empezamos cortafuego arriba, venciendo un gran desnivel positivo, dejando a nuestra izquierda la pista de la cadena, y a la derecha el nudo de la pista de Rebollosa, la que nos lleva a la Fuente Mundo y la de las Peñas del Horno. Bordeamos los primeros canchales por la derecha y llegamos a la caseta de vigilancia de incendios. Descansamos observando a nuestra derecha el Puerto, Belén, el Rincón de Robledillo, merece la pena. Tenemos una panorámica del cordal Este de la Sierra de la  Orconera, collado de la Portilla la Bejarana, nacimiento del arroyo del Cabril Si miramos por la izquierda vemos los pinares de la Zamarra , el puente en el río Alagón y en el horizonte la Sierra de Bejar.



   Saliendo de la caseta descendemos, siempre por el vértice de la sierra, hasta un pequeño descanso, el Regajo Chico, que decían los antiguos. Ahora viene una subida corta y rápida y comienza a bajar suavemente de nuevo, después de un rato se acentúa  llegando a otro descanso, el Regajo Grande. Tomamos fuerzas para iniciar la subida mas fuerte del pico la Mina. 

   Justo antes de llegar arriba en la dirección que llevamos  nos encontramos con unas bocas, sobre todo una que entra hacia las entrañas de la sierra, un pozo no muy profundo pero si peligroso, en ciertas épocas del año porque podemos resbalar, debido a la humedad, en el fondo, puede haber agua, se puede bajar , siempre que llevemos una linterna y mucho cuidado, el mismo cuidado y respeto también que pido para el increible ejemplar del helecho  Dryopteryx filix mas que aparece como centinela de la entrada. 

"Se sabe que en la época romana, en el paraje de La Ferrería se habría trabajado el mineral de hierro, extraído en antiguas explotaciones cercanas al río Alagón, estas bocs que aparecen a nuestros pies son restos de algunas  de estas explotaciones mineras, ya abandonadas, debido a la escasa concentración de mineral en el terreno"


Salteando los riscos llegamos arriba y comenzamos a bajar siguiendo la dirección que traíamos. El camino lo dejamos en el Regajo Grande, ahora es andar entre jaras, no es difícil  porque aquí las jaras son pequeñas y entre ellas siempre hay una senda de las cabras.


   Lo importante es ir siempre por el vértice, no caernos ni a un lado ni a otro de la sierra. Una vez que dejamos de bajar, que la tierra a nuestros pies toma la horizontal, nos encontramos frente a una piedra enorme en la mitad, como puesta para merendar, esta piedra es la llamada Mesa del Marques. Hace años en la parte superior se veía un mantel precioso, un gran fósil  de cruzianas de Trilobites adornaba toda ella, hoy por desgracia, ha sido esquilamado y prácticamente desaparecido.


   De aquí estamos muy cerca de nuestro destino, andamos unos metros y nos encontramos unos canchales bajos a nuestra izquierda, por debajo de estos se ve el sendero que llega a la boca de la cueva. Son diez minutos escasos desde la Mesa del Marques a la entrada, pero sin camino, con mucha precaución, en esta última bajada podemos torcernos un pie fácilmente. No tiene pérdida, en la siguiente cresta a la mesa del marques aparecen dos hitos de piedras amontonadas que nos marcan el punto exacto donde comenzar a descender a nuestra izquierda. 

 Estamos a la entrada de la cueva, una boca grande, por encima de esta, dos ojos que dan luz a la entrada.  La cueva es pequeña, con muchas leyendas: la de la mora encerrada, la del tesoro, la del túnel. Leyendas que han pasado de boca en boca desde tiempos remotos hasta nuestros días. 

"Se relata que al suroeste del pueblo, en la cumbre de la Sierra del Castillo, donde existen restos de pinturas rupestres y algunos vestigios de minas romanas, se encuentra una profunda gruta, lugar donde al parecer fue escondido el fabuloso tesoro de los reyes visigodos, transportado en su huida por Don Rodrigo, que se refugió por estas tierras tras la derrota del río Guadalete ante las tropas de Tarik y Muzza. Junto a este tesoro, el emir árabe que lo descubrió, encerró a su hija, enamorada de un cristiano. En esa cueva que desde entonces comenzó a llamarse la Cueva de la Mora, el señor de éstas tierras enterró sus mejores tesoros: su hija y el oro. Sigue la leyenda que pasados los años, parte del tesoro (el resto todavía esta sin descubrir), fue encontrado por el duque de Béjar, que lo emplearía para montar las empresas textiles de la ciudad de Béjar"

 

   Si nos encontramos con ánimos y no ha salido aún el sol, podemos observar cuál es la primera madroñera que recibe los primeros rayos del sol para buscar en su pie, pues dice la leyenda que junto a ese arbusto esta el resto del tesoro de la mora. 
   El regreso lo haremos por el mismo camino, al menos en principio. No escuchemos a guías mas o menos informados, que nos saquen  del recorrido que hemos realizado, pues el monte está muy espeso ( brezos, jaras madroñeras, pinos ) y nos veremos en un compromiso para salir, además de muchos arañazos. Cuanto más nos alejemos del vértice a un lado o a otro peor más difícil está. Si nos hemos despistado y nos encontramos en parecidas circunstancias, junto a los riscos subamos a lo mas alto. Por experiencia, aconsejo no salir de los caminos, si no se tiene una seguridad, o conocimiento muy claro del mismo.

   Desde el Regajo Grande, si queremos podemos bajar por el cortafuegos que va a la pista de la cadena, al igual que desde la caseta de vigilancia de incendios o desde este mismo punto, sale una pista forestal que baja haciendo un quiebro hasta la pista principal, por ella suben en coche  los vigilantes, en época estival.