«Benarés es más
antigua que la Historia, más antigua que las tradiciones, más vieja incluso que
las leyendas, y parece el doble de antigua que todas juntas» Mark Twain
Varanasi, o Benarés
como la había conocido siempre, es la ciudad india por excelencia. En Varanasi
acaba nuestro camino, de la misma manera que, es en esta ciudad santa donde los
hindúes ponen fin al ciclo de reencarnaciones de su vida.
Según el
hinduismo, todo aquel que muera en Benarés (o a menos de sesenta kilómetros de
la ciudad), queda liberado del ciclo de las reencarnaciones, por eso las calles de la ciudad están atestadas de
personas moribundas que esperan en las esquinas la llegada de su muerte.
Posteriormente se tiene lugar su cremación en los ghats sagrados y sus cenizas,
o lo que quede de la combustión de sus cuerpos, arrojadas al Ganges, el rio
sagrado alrededor del cual gira la vida en esta ciudad. En ocasiones, en
vez de quemar los cuerpos, éstos se envuelven con tela y se arrojan al Ganges
con piedras las cuales están atadas con cuerdas al cuerpo para que puedan
hundirse en sus aguas. Es bastante común que esas cuerdas se rompan y encontrar
cuerpos en estado de putrefacción en la orilla de la ciudad...todo esto sumado
a las tuberías desagüe que desalojan desde la ciudad y a la acumulación de
animales en libertad hacen que a su paso por Varanasi el río Ganges suponga un
punto de contaminación y transmisión de enfermedades muy importante.
Del mismo modo que
los hindúes deben visitar esta ciudad al menos una vez en la vida, para el
turista Varanasi debe ser una visita tan imprescindible en la india como
visitar el Taj Mahal si queremos comprender el verdadero significado de este
país. Eso sí llegar desde Shimla no iba a ser tarea fácil...16 horas de bus
hasta Delhi, por carreterillas de montañas en mitad de un mastodóntico atasco,
cancelaciones de rutas y nuevas combinaciones de bus que nos dejaron a las 2 de
la mañana en Delhi. El del hostal se aprovechó de la situación y nos metió la
penúltima timada a la que nos iban a someter (una más), y tras otras tantas
horas de tren llegada a Varanasi bajo el más sofocante de los calores...pero
estábamos¡¡¡ Misión cumplida.
Llegamos de
madrugada, lo justo para enganchar con la salida del sol y las primeras
celebraciones en Assi Ghat, uno de los ghats cercanos al hostal. La verdad es
que ha sido una carambola cojonuda, porque nos cuadra todo perfecto. Asistimos
asombrados a los primeros rituales, los baños en las aguas cenagosas y marrones
(cuidado con la salubridad y los focos de infecciones porque debe ser tremendo
el riesgo de contagio) en las escaleras se agrupan fieles, santones, animales,
pedigüeños, barqueros y curiosos y turistas, un caos vamos...En el agua, los
hindúes realizan sus oraciones y sus baños sagrados...la verdad que la imagen
se vuelve mágica con la salida del sol.
Después de alojarnos
y pese al implacable calor y la gran humedad que pasaremos durante nuestros
días en Varanasi, visitamos la ciudad y callejeamos perdiéndonos por
innumerables callejuelas llenas de tiendecillas y rincones curiosos. Nuestro
paseo nos lleva a Manikarnika Ghat, el lugar principal de las
cremaciones. En una de esas nos dejamos convencer por un muchachillo que se
empeña en llevarnos a su tienda familiar, la verdad que el chico nos descubre
lugares y templos escondidos que jamás hubiésemos dado con ellos, pero le sale
rana pues no estamos muy interesados en sus colchas y sedas. Un consejo es que
en ocasiones es bueno fiarse y dejarse llevar por la gente, siempre te van a
querer pedir algo o vender algo, pero hay veces que lo que ganas es más valioso
que la poca cantidad de dinero que te va a suponer.
Finaliza aquí nuestra aventura por la India, ha sido un mes
intenso, lleno de momentos, de escenarios, de personas, de risas, voces y
lágrimas en algún momento... India no es un país sencillo, no es un lugar idílico
de vacaciones, es duro, el choque de culturas es bestial, hay que dejarse
llevar por su ritmo, no agobiarse, cambiar rápidamente la mentalidad si no
quieres que te devore. Sin embargo, tiene magia, jamás la TV o las revistas de
viaje te enseñaran la realidad de India, necesitas ir allí y sumergirte en ella
para aprender y sobre todo, valorar la suerte que hemos tenido por nacer donde
hemos nacido (por mucho asquito que en ocasiones nos llegue dar nuestro país)
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