martes, 16 de abril de 2013

RUTA CIRCULAR DEL TRABUQUETE




Fin de semana prácticamente veraniego en la comarca de la Vera. Para aprovechar el buen tiempo nos marcamos los 12 kms de ruta circular en la garganta de Guijo de Santa Bárbara. Una auténtica pasada que ronda las 4 o 5 horas, más lo que nos detengamos a reposar, bañarnos o comer en el camino.



   Desde Guijo, pequeña población cercana a Jarandilla de la Vera, salen numerosas rutas y pistas, una de ellas, en la parte alta del pueblo es  la pista que nos va a subir hasta la Ermita – refugio de Nuestra Señora de las Nieves. La pista de cemento durante un par de kilómetros es aburrida y anodina, pero solo es parte del camino, y merece la pena no dejarse intimidar por ella.  Una vez en la cima descenderemos por una estrecha vereda señalizada con pequeños hitos de piedra y señalizaciones en amarillo y blanco (PR).




   
La última parte de la ruta es muy agradable puesto que discurre en torno al curso del río, encajonados en las gargantas de la Campana y  Jaranda y atravesando numerosos puentes, cascadas y charcos, en los que podremos bañarnos siempre y cuando la temperatura sea la adecuada (este fin de semana apretaba el calor, pero la temperatura del agua era hasta dolorosa)



    
La ruta es muy llamativa, a partir de la ermita, si tenemos suerte y vamos en silencio nos vamos a cruzar cabras durante mucha parte del recorrido, incluso rebaños de machos impresionantes, que se quedan observando desafiantes nuestro camino. 



    
La parte del río es uno de los paseos más agradables de Extremadura, la sucesión de cascadas, saltos de agua que finalizan en el salto del Trabuquete, hacen un pateo de lo más espectacular, con las cimas de Gredos cubiertas de nieve al fondo. 



   Para darle un tono más completo al fin de semana, tenemos cercanas muchas poblaciones curiosas como Jarandilla, Losar, Garganta de la Holla, el Monasterio de Yuste o el Valle del Jerte, en estas fechas cubierto del blanco de las flores de los cerezos que hacen famoso este valle.

lunes, 15 de abril de 2013

VALLE DE BELÉN. EL CORAZÓN DE LA SIERRA

   Quizás esta ruta nos haga llegar a uno de los parajes más escondidos y excepcionales de toda la Sierra de Francia. La encajonada localización del Valle de Belén mantuvo este lugar a salvo del devastador incendio forestal que asoló el término en 1986, impresiona descubrir entre pinares de repoblación, esta verde mancha de vegetación que rodea el arroyo que lleva sus aguas a Herguijuela.


   Podemos hacer esta ruta lineal, saliendo del Portillejo a los pies del gran eucalipto, sube la pista que va a las canales, tomaremos a su vez el primer cruce a la izquierda (a escasos 80 metros de) a la izquierda y esta pista será la que utilicemos a su vez para el regreso.

   También podemos hacer la ruta circular, tomando esta pista como camino de ida y siguiendo desde el convento de Belén  al Puerto, regresando por el camino antiguo de Caminomorisco a la carretera de  Rebollosa y por esta a Herguijuela.




   Este camino nos lleva al tiempo en que los hurdános  llegaban a la sierra. Camino irregular, empedrado, que fue, tiempo atrás, la ruta utilizada por reatas de mulos y burros, que Domingo tras Domingo, guiados por un hurdano de edad y muchos críos y mujeres, llegaban desde Riomalo de Arriba, El Cabezo, Caminomorisco, Mestas, El Rubiaco entre otros pueblos, en busca  de vino principalmente, que llevaban en “ pellejos “(bolsa de piel de  cabra curtida y de capacidad, según fuera el animal, pero siempre mas de un cántaro,  16 litros), tocino amarillo, y poco mas. Alguno subía el aceite, que cambiaba por  el vino.

   Este camino era la entrada natural a la sierra desde las Hurdes, y a la vez era utilizado por algún que otro portugués, las alpargatas colgadas de la cintura, que ya serían calzadas a la llegada al pueblo y con su carga de unos kilos de café, unas piedras de mechero, los pañuelos para la cabeza de las mujeres o el típico pañuelo portugués, todo atado en un hatillo, estilo maletilla, caminaban desde el país vecino para comerciar sus productos. En su equipaje nunca faltaba una pregunta, esa pregunta que repetían cada vez que se cruzaban con alguien en el camino, el salva conducto desde Portugal por las sierras de Gata, las Hurdes, Sierra de Francia, sabe Dios donde. ¿Has visto a la Guardia civil?

   Salimos de la plaza del pueblo, donde  el camino se cruza  con el Arroyo de la Carrera, tenemos los lavaderos, (Las Pozas) recuerdo mudo de ese trabajo que no reporta beneficio, que no da categoría a quienes lo realizaron, trabajo sucio y necesario, hecho por un colectivo al que rindo homenaje, por su entrega, por su dedicación, por su silencio a lo largo de los tiempos. Recuerdo para tantas y tantas mujeres que dejaron sus ratos de ocio lavando, tendiendo, rociando aclarando al sol y al frío de todos los lavaderos.

  Mas adelante, otro pequeño arroyo, la Ro Mozo (Arroyo Mozo) y San Sebastián. Es este un paraje abierto por el sur, dando vista al río Alagón  y en el que parece ser hubo una ermita por el 1600 en la que la Cofradía celebraba San Sebastián. El asentamiento de dicha ermita no está claro, por lo que únicamente lo recordamos y transmitimos como curiosidad. De San Sebastián la pista nos llega al pie de dos inmensos eucaliptos, estamos en el paraje del Portillejo.


   Desde el Portillejo, tenemos varias opciones según nuestro animo. Una es tomar la pista unos metros antes de llegar al Portillejo a la derecha, sube muy pendiente y en el primer cruce, ochenta metros mas arriba, tomamos la pista que sale a nuestra izquierda, que s la pista que viene desde el paraje del Molinorío y nos conduce al Haya o a la Alberca entre otros sítios. Desde este punto va la pista llana, con una suave ascensión desde su cruce con el arroyo llamado de las Esposadas hasta el final de la misma (será la que tomaremos)

   Otra opción es tomar el camino que sale en el centro de las dos pistas de la derecha, nada mas pasar el Portillejo, la asfaltada y la del centro. Tendremos que andar muy atentos, el camino sale a la derecha de los olivos, baja al arroyo y sube a cruzarse con la pista asfaltada, por lo que también  podemos ir hasta el cruce con el camino. Está pasado el arroyo, (a la derecha de la pista  hay una piscina natural) unos cien metros. Subiremos por una rodera  a llegar a la pista de tierra que conduce a Rebollosa y de la que ya hablamos y sin más al final de ella hasta el arroyo por su parte baja.

Tomamos laa primera de las opciones, la que aconsejamos por su simplicidad y accesibilidad. Saliendo del Portillejo ascendemos por la ya indicada pista y tomamos el primer cruce a la izquierda. Pasamos el arroyo de las Esposadas, observamos los riscos de la Olconera (Halconera) la Sierra del Castillo, el cañón del arroyo del Cabril y nos encontramos en una pista que discurre entre pinares como vegetación dominante. En el estrato arbustivo los clásicos jarales y brezales, madroños, torviscos, olivillos, vegetación típica mediterránea. No llega el camino a 1 km y medio, muy suave y accesible, al final de la pista encontramos una zona más ancha, con un gran cartel que refleja la localización en este paraje de las ruinas del Convento de los Basilios, nos encontramos en el punto de entrada al Valle.

 
   Podemos observar desde este improvisado mirador la plenitud del valle. Descenderemos unos metros por un camino hasta meternos de lleno en el arroyo. Cruzamos el arroyo o brincando por las piedras si nos lo permite el cauce o aprovechando un puente de madera nuevo.  
Una vez al pie del arroyo, tomamos el camino empedrado que serpentea al lado del arroyo, veremos rastros de las tuberías del abastecimiento de agua de Herguijuela. Sin dejar esos rastros ascendemos entre acebos, a veces con mucha dificultad sobre todo al llegar a un trozo muy empinado de piedras cogidas con cemento. Nada mas pasar esta dificultad, hay un pequeño llano, nos paramos debajo de nuestros pies el arroyo, a la izquierda según subimos podemos localizar un risco que, popularmente, llamamos el Balcón de Pilatos, y al cual subiremos en el regreso. Según la época, podemos ver los acebos con bolas rojas, es su fruto. Por debajo del Balcón de Pilatos, a su sombra,  se encuentra un acebo que para mí es el rey. El acebo, que más fruto da en el término. Año tras año, he podido contemplar como el rojo de su fruto supera el verde de las hojas. 

   Seguimos despacio, pasamos bajo un pequeño túnel de encinas, durillos, madroños, ascendemos una angosta y difícil escalera de piedras que seguramente nos haga perder un poco el resuello y ano pocos sufrir un poco de vértigo y llegamos a la presa. De aquí se toma el agua de abastecimiento del pueblo.  En este punto aparecen algunos ejemplares de Tejos entre la vegetación, de niño recuerdo que siempre que se subía hasta Belén se bajaba una ramita de tejo para demostrar dónde habías estado.

   
Desde aquí caben dos posibles caminos para llegar a nuestra siguiente parada, el Balcón de Pilatos. La opción sencilla sería desandar nuestros pasos, regresar al primer cruce de caminos, abajo del arroyo y tomar el camino del convento, que nos llevará hasta el risco que hace de mirador de todo el valle.

   La opción más complicada y agreste, pasa por saltar la pequeña presa y comenzar a remontar el arroyo entre las piedras, con cuidado de dónde colocamos los pies para no resbalar. Esta opción sin ser adecuada para todos los caminantes, es la que nos va a aportar sensaciones más auténticas. Ya metidos en pleno arroyo, subiendo con cuidado entre las piedras, pocos metros mas arriba, se encuentra la junta de los arroyos y  junto a esta hay una pared circular, que soporta la tierra dejando un pedazo de tierra llana, donde algunos asientan sus tiendas, pues parece que esta hecho a propósito para tal fin.

   Ese pequeño llano,  conocido como la carbonera por los viejos, es otro símbolo de nuestra historia, de la historia de Salamanca. Decía la canción. “Salamanca la blanca, ¿quien te mantiene? Cuatro carboneritos, que van y vienen” Aquí se hacia el carbón con cepas de brezo. (Raíz de brezo) Era la forma de juntar unos reales, para salir adelante. Se arrancaban las cepas, se arrastraban hasta la hoya, que era donde se quemaban, se apilaban haciendo una pirámide en el centro de esa meseta que hemos visto junto al arroyo. Tenía que haber las suficientes, para que una vez quemadas, el carbón recogido superara o al menos fuera igual a la carga del mulo. (Tres sacos, a veces dos sacos y una collera, que decían los viejos.)


   Estamos a los pies del Riscal de la junta de los arroyos. A la derecha sale el arroyo de la  “majá” o majada del Tío “Ustasio”. Si tomamos este arroyo, tendremos varios saltos de agua de tres a cuatro metros, que durante el invierno y primavera, si las lluvias acompañan, muestran unas colas de caballo bonitas para ver. El curioso nombre de la majada, parece que se debe a que un vecino de Herguijuela de nombre Eustásio tenía por allí sus cabras. Este arroyo no tiene salida por arriba, por lo que tendremos que bajar por el mismo sitio, o bien pasarnos al canchal de la junta y de allí al canchal  de las colmenas, ya en el otro arroyo.

De esta sale una vereda elevándose por la falda, no sin dificultad, pues hay muchas piedras sueltas, nos  llevara al Balcón de Pilatos. Vereda actualmente casi indescifrable, prácticamente perdida, sin embargo si vamos buscando las zonas más claras y despejadas de vegetación, llegaremos con facilidad y sin percances al risco que sirve de mirador para todo el valle.

   El Balcón de Pilatos no es más que un gran mirador de piedras, uno de tantos, pero el más conocido por las gentes de la zona. Fácil de reconocer, hemos subido, desde la carbonera, teniendo a nuestra derecha canchales y a la izquierda la caída al arroyo, cuando lleguemos a un paso estrecho, donde a la izquierda y derecha sean canchales, el de la izquierda, ese es. También  nos puede servir que desde ese punto el camino empieza a bajar.

   De donde nos encontramos dicho canchal solo mide dos, tres metros de altura, subamos a él. Tiene una vista magnifica, pero peligrosa. Desde el final de la pista que nos trajo, todo el arroyo, la presa, la junta de los arroyos. Los dos metros han pasado a ser un abismo, donde tendremos mucho cuidado de no acercarnos. Desde aquí sentados, si  hemos sido respetuosos y no hemos dado voces podremos ver la cabra montes, en los canchales de enfrente.

Descendemos del canchal y emprendemos camino abajo. La tierra que conforma el camino esta sujeta por paredes, lo cual nos da a entender que en su día estos caminos tuvieron una mayor importancia, en el tránsito y abastecimiento de pastores, carboneros y frailes.

   Nuestra siguiente parada, a poco de dejar el Balcón de Pilatos, son unas ruinas, que nos salen al camino. Unas paredes que desafían el paso de los años, y que están aquí desde al menos 500 años. En el Catastro de la Ensenada de la Villa de Herguijuela de la Sierra de 1752, se puede leer, “A la treinta y nueve respondieron que en el término de esta villa hay un convento o santuario con la advocación  del Niño de Belén Orden de S. Basilio” Por otra parte, se cree, que los conventos existentes por la sierra, son fruto del descubrimiento en 1434 de la imagen de la Virgen de la Peña de Francia, por lo que vamos a creer que es de esa  época.

   Está asentado sobre un risco que sale del mismo arroyo. Tiene varias dependencias claramente diferenciadas por sus paredes de piedra. Por la superficie que ocupa puede dar la sensación de que fue una edificación de planta baja, parecida a las edificaciones de la comarca cercana de las Hurdes. Paredes de piedra y barro, altura no superior a dos metros y medio, en su parte más alta, rematadas con tejado de lanchas a un solo agua. Por otro lado pensamos no es acertado del todo pues en la Iglesia Parroquial de Herguijuela, hay un San Antonio de piedra que ronda el metro de altura y un Santo Cristo cuya cruz anda por  los dos metros. Con estas medidas nos hace pensar, que al menos lo que seria la capilla pasará de los cuatro metros. Creemos firmemente y no deja de ser una opinión, en la proporcionalidad de las medidas en aquellos tiempos.




   Visto el convento tomamos el camino, y regresamos a la pista, habiendo tomado un buen trago de agua, a la sombra de los alisos en el arroyo. Regresamos por el mismo camino con la sensación de haber estado en un lugar apenas conocido por las gentes del lugar y poco más. Un sitio que creo, es el corazón de la sierra y su lugar más bonito.
 
  



 

viernes, 5 de abril de 2013

RUTA AL CHORRO DE BATUECAS



Un día, solo un día en lo que va a de Semana Santa ha abierto un poco el tiempo y la lluvia ha dejado paso a un poco de sol. Había que salir sí o sí, y eso es lo que los lagañosos en bloque hicimos. Pateada hasta el chorro de Batuecas, 17 kms entretenidísimos, subiendo y bajando piedras, cruzando arroyos, empantanándonos hasta las rodillas, descalzándonos, saltando…vamos la cosa elegante y la mejor forma de pasar el Sábado.



 La ruta propuesta se localiza en el interior del Parque Natural de las Batuecas-Peña de Francia, al suroeste de la provincia charra. Para llegar al Monasterio de las Batuecas hay que llegarse hasta Las Mestas, ya en la provincia de Cáceres y localidad famosa por los productos vigorizantes del Tio Picho y por ser una buena zona de baño en verano, coger la carretera que sube el puerto de Batuecas hasta la Alberca y a unos 4 kms de curvas y curvas veremos los aparcamientos laterales donde tenemos que dejar el coche. Tenemos la opción desde la Alberca de coger la misma carretera a la inversa y bajar por el puerto con sus cuuuurvas y cuuuurvas y cuuuurvas…una experiencia sumamente….mareante.




Entramos en los dominios del Monasterio de San José de las Batuecas, fundado en 1559 y perteneciente a la orden de los Carmelitas Descalzos, que a día de hoy viven aún en régimen de clausura y en el que se acepta a todo aquel que de manera voluntaria quiera pasar un periodo de acogida en oración y silencio (se baraja que Rajoy esté alli escondido, que ultimamente aparece poco)



Desde el Monasterio de Batuecas no es que tenga mucha pérdida, cogemos la vereda que va bordeando el arroyo, está marcado con señalización verde y blanca y con pequeños hitos de piedra que nos indican el camino de una manera sencilla. No es que sea un camino amplio pero se lleva bien. Tenemos la posibilidad de acercarnos a las pinturas rupestres que se encuentran a mitad de camino, las del canchal de las cabras pintadas y las del canchal del zarzalón, que están bien indicadas. 




 En primavera, con días de lluvia frecuente es fácil que los arroyos bajen muy crecidos, algunas veces incluso te imposibilitan totalmente cruzarlos y seguir la ruta. En verano, es mucho más sencillo, pero seguramente la caída del chorro sea muchos menos impresionante…asique lo mejor es prepararse para mojarse, llevar calcetines de recambio (doy fe que son útiles cuando metes el cazo hasta las rodillas) y atreverse a cruzar el arroyo saltando de piedra en piedra, con el consiguiente riesgo de resbalar y acabar metido en el agua hasta las rodillas (que pasa hasta en las mejores familias)



 El recorrido son 8 kms de ida y 8 de vuelta, con un duro repecho casi al final, pero bastante agradables, por la cantidad de saltos de agua que nos vamos a encontrar, por la vegetación (increíbles eucaliptos y tejos) por la fauna donde el aguila real, la cabra montes y el buitre son las especies más significativas y si estamos en Verano, tenemos hasta la posibilidad de bañarnos en el charco del Rey, a mitad de ruta. 




 Como única pega, la masificación de gente que hay en esta ruta los fines de semana, pero puedes tener la suerte como nosotros ayer, de que el 90% se quede pinzada en el primer salto del arroyo y puedas disfrutar de un pateo elegante, viendo las cabras que se asientan y te observan con poco miedo desde los riscos cercanos.